Había una vez, dos perros llamados Normi y Rayo. Los perros eran del ejército imperial y muy importantes para la reina. Por la noche, la reina que dormía tranquilamente al lado del rey salió de la habitación, y el jefe de los soldados la vio.
A la mañana siguiente, el rey se levantó y no vio a la reina en la cama. Miró en la cocina, en el salón, en los pasillos, en la biblioteca... pero no la encontró. De repente, se dirigió a él, el jefe de los soldados con Normi y Rayo. El jefe le contó que por la noche había visto a la reina saliendo de la habitación pero no sabía a donde había ido. El rey se asustó y mandó a los perros que fueran a buscarla pero que no se separaran. Les dijo eso porque Normi tenía buen olfato pero era ciego y Rayo tenía buena vista pero no podía oler. El soldado le dijo que no se preocupara porque él iba a ir con ellos.
Y así fue. El soldado y los perros se fueron a buscar a la reina por la ciudad, le preguntaban a las personas pero nada… A las dos horas de buscar estaban cansados y se pararon en un bar que estaba al lado de un hermoso lago. Los perros empezaron a ladrar… ¡Qué sorpresa! ¡La reina estaba allí!
La reina estaba durmiendo en un banco, al lado del lago. El soldado llamó urgentemente al rey, y el rey fue corriendo hacia el lugar. Cuando llegó la intentó despertar pero no pudo, trajo hasta una banda de música pero no dio resultado. Después, Normi le llevó al rey un cubo lleno de agua, y se lo tiró en la cara a la reina, y se despertó. La reina no sabía que estaba haciendo allí, entonces descubrieron que la reina era sonámbula, y para calmar eso se tenía que tomar unas pastillas.
Desde entonces la reina no ha vuelto a despertarse por las noches, y todos en el castillo duermen felices y contentos. Y Normi y Rayo sueñan con miles y miles de huesos. FIN
Carla Achmayex
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